Cuando hablamos de creación y producción de vinos, es indispensable hacer referencia al término de coupage (ensamblaje) o mezcla de vinos, que consiste en unificar, complementar o mejorar las características de un vino en base a la mezcla de este con otras variedades.

Con el objetivo de lograr un vino más personalizado y con mayor complejidad que el monovarietal, el enólogo se encargará de preparar una mezcla de diferentes uvas que dé como resultado un vino al gusto de cada paladar.

Este procedimiento puede llevarse a cabo en distintos momentos de la producción del vino: al acabar la fermentación o posteriormente, tras su conservación en bodega.

Para lograr que cada vino sea único, se pueden hacer numerosos tipos de mezclas. Por un lado, una mezcla de vinos entre vinos monovarietales (mezclando uvas distintas). Por otro lado, entre uvas de la misma variedad pero que contengan diferentes particularidades (misma o distinta cepa, zonas geográficas distantes, edades disparejas…). Y, por último, se pueden hacer mezclas de vinos entre uvas de la misma variedad pero que tengan un envejecimiento diferente (por el tipo de recipiente, por su duración…).

Cada mezcla de vinos será siempre inigualable, ya que dependerá de cada añada y de la proporción de las distintas variedades que se escojan. Pero todas ellas tienen una misma intención: mejorar la calidad del vino, a través de la experimentación con distintas proporciones de vinos.